Durante las primeras semanas del desarrollo embrionario, los genes controlan principalmente el desarrollo del plan corporal de un ser humano (por ejemplo, la creación de dos brazos, dos piernas, diez dedos de manos y diez de los pies, etc.). Una vez que el embrión toma la forma de un ser humano, se le llama feto. En la etapa de desarrollo fetal, los genes pasan a un segundo plano para ser controlados por información ambiental. Durante este período, la estructura y función del cuerpo fetal se ajustan en respuesta a la percepción de la madre del entorno. Las hormonas maternas, los factores de crecimiento y la química emocional que controlan la respuesta biológica de la madre al medio ambiente pasan a través de la placenta e influyen en la genética y la programación del comportamiento del feto.
Me refiero a este período en el que la percepción e interpretación del mundo de la madre se transmite al feto a través de la química de la sangre de la madre como "Programa Head-Start de la naturaleza". Esta “información” transmitida por la madre sobre las condiciones ambientales permite al feto en desarrollo ajustar su biología para que, cuando nazca, su estructura y fisiología estén más en sintonía con el mundo en el que vivirá el niño.
La "lectura" de las señales del entorno (en el útero y después del nacimiento) permite que las células del cuerpo y sus genes realicen los ajustes biológicos apropiados para sustentar y mantener la vida. Dado que las señales ambientales son leídas e interpretadas por las "percepciones" de la mente, la mente se convierte en la fuerza principal que, en última instancia, da forma a la vida y la salud de un individuo.